La edad dorada del modding

Esta semana ha sido noticia la filtración del código fuente de Windows XP (y de otros productos de Microsoft) en internet. Multitud de interesados y periodistas se han metido a mirar en las tripas en busca de tesoros y, por supuesto, los trofeos han tardado poco en salir.

Entre carpetas, han hallado un tema visual para Windows XP basado en el viejo diseño que tenía el primitivo MacOS X de Apple. Este tema es inédito porque nunca vio la luz (se trataría de una versión interna y primitiva, e imagino que el departamento legal ni querría saber nada de él), ya que lo que el resto asociamos a Windows XP es su famoso diseño y colores, Luna.

Captura de pantalla de Windows XP
Luna. (Wikimedia Commons)

Todo esto me hizo recordar los buenos tiempos que nos dejó la década pasada hace tres lustros la personalización. Recuerdo haber tenido que reinstalar mi sistema operativo en multitud de ocasiones después de haber sobado tanto algunas de las DLLs del sistema que ni el propio Windows las reconocía como suyas.

Que Microsoft tuviese su propia versión interna de un tema tipo Aqua es llamativo, porque también es uno de los primeros riceos que recuerdo de mi máquina, tanto en Windows como en Linux, donde las opciones eran aún más grandes. Pero, evidentemente, también recuerdo el Vista Transformation Pack, para aparentar que «no es tan vieja mi máquina, puede parecer moderna». Y, años después y paradojas de la vida, la Clasic Shell para hacer que mi máquina no pareciese tan moderna en los días de Windows 7.

El modding de sistemas operativos y la personalización radical del sistema realmente es una idea tan vieja como los propios sistemas operativos. El Winamp Skin Museum, que apareció en foros hace ahora un par de semanas, es un buen testimonio de las posibilidades de personalización de finales de los 90 a principios de los 2000. O sea, no es una cosa reciente.

Sin embargo, el modding de la década de los 2000s llega en un punto interesante en el que internet se ha expandido lo suficiente como para crear nuevas comunidades en el contexto de las primeras redes sociales. Conexiones a internet más rápidas y más y mejores herramientas de diseño gráfico que lo que había antes. Y a la vez, en esa época los sistemas operativos todavía permitían cierto grado de personalización debido a la falta de restricciones y medidas de seguridad como las que traen hoy en día. En Twitter y Mastodon, la cuenta @osxthemes publica capturas de pantalla con temas para MacOS X, donde también hubo una época en la que esto también era posible.

Hoy en día, la personalización sigue estando ahí, pero cada vez está más arrinconada. Aún hoy, como en los viejos tiempos, siguen existiendo versiones de UXTheme para Windows 10. Sin embargo, tanto Windows como macOS tienen medidas de seguridad mucho más estrictas para impedir que se hagan modificaciones no autorizadas al sistema operativo. Siempre en nombre de la seguridad y de evitar malware, aunque sea a costa de impedirte como administrador de tu ordenador tocar dentro de ciertas carpetas privilegiadas.

Supuestamente, el mundo GNU/Linux sigue siendo más liberal con la modificación, pero la última vez que usé GNOME seguía teniendo que dar demasiados clics para poder escapar de la influencia de Adwaita (a pesar de que haya mejorado muchísimo estéticamente respecto a las primeras versiones). Otros entornos de escritorio opinionados, como Pantheon, también son igual de reservados a la hora de permitir hacer cambios a su interfaz.

Por supuesto, hoy día mis intereses han cambiado y ya no le doy tanta importancia a esto. Cuando tengo que sentarme a trabajar con un ordenador, lo único que quiero es completar mis tareas en la menor cantidad de tiempo. No le presto atención ni al tema que esté usando, ni siquiera a los temas de colores o las tipografías con las que escribo en mis entornos de programación. Sin embargo, no puedo evitar pensar en que he tenido suerte creciendo en una época en la que sí se dieron las condiciones para que, de verme interesado por lo de modificar el aspecto de mi máquina, haya tenido las herramientas y el permiso por parte de mi propia máquina para poder llevar esa creatividad al límite, aunque el precio a pagar fuese tener que formatear el sistema después de casi romperlo.